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2020 o "qué hubiera pasado si..."

Tengo en mí todos los sueños del mundo, de Jorge Díaz

31 de diciembre de 2020.

Los últimos días del año siempre son de introspección; de pensar qué hemos hecho bien, de pensar qué cambiaríamos, de escribir propósitos de año nuevo, de tachar los cumplidos del pasado. Son tiempos de pensar en primeras veces, en penúltimas, en experiencias. También tiempos de compartir cultura, de hacer un reset, de comparar lo que hemos vivido. 

En la literatura, obviamente, no podía ser diferente. ¿Os habéis preguntado cuántos libros habéis leído?, ¿cuántos os han marcado?, ¿cuál fue el primero y cuál fue el último? Leer abre mundos, ayuda a la evasión y, paradójicamente, a vivir más. Pero es cierto que durante el invierno no lo hago mucho (cosa que debería cambiar de cara al 2021, por supuesto...).

Recuerdo que empecé el 2020 terminando (el 11 de enero, víspera de mi cumpleaños) Madame Bovary, de Flaubert; y lo amé y lo odié, pero no lo hubiera leído si no fuese por una asignatura de la Universidad, Grans obres de la literatura universal. La noche de antes del examen final, también leí Werther, de Goethe. La muerte en Venecia, de Thomas Mann, o Cartas a un joven poeta, de mi querido Rilke, para Literatura. Incluso, hace nada, leí Elogio a la locura, de Erasmo de Rotterdam, para una asignatura sobre el Renacimiento. 

Y me avergüenza decirlo, pero quizá es cierto que, de no ser por las asignaturas de la carrera, quizá no hubiera leído casi nada.

 

Sin embargo, hay un libro del que os quiero hablar, el último que leí por cuenta propia y, en definitiva, el que más me ha marcado en este 2020: Tengo en mí todos los sueños del mundo, de Jorge Díaz. Parece que es un best-seller, no lo sé, tampoco lo había visto muchas veces en las librerías. Sin embargo, recuerdo que lo compré en algún Sant Jordi de hace unos años, cuando mi inocencia me hacía comprar libros por criterios tan fiables como, por ejemplo, el título o la sinopsis. En todo caso, lo intenté leer hace dos veranos, no resultó ser lo que esperaba y lo dejé unas cien páginas después. 

Esta vez lo empecé durante la clase de presentación de Literatura Comparada (¡la única presencial y yo leyendo!) y del libro solo puedo decir dos cosas: que lo asocio (sin sentido aparente) con la canción Yesterday, de Imagine Dragons, y que cuando lo terminé me dejó un vacío en el corazón: siento que lo leí en el momento adecuado, cuando todo estaba derrumbándose. El libro habla (o ese es el sentido que le he encontrado yo) sobre todas las cosas que hubieran podido pasar "si..." o todas las cosas que se hubieran podido evitar "si...". Habla de historias que se cruzan y de una catástrofe, o eso se puede entrever a primera vista, pero también de condicionales y de coincidencias.

Y quizá por eso es tan especial, porque se ha amoldado perfectamente a lo que este año me ha hecho sentir. Siendo sinceros, siendo sinceros, por mucho que adornemos 2020, no ha dejado de ser una basura. ¿Pero qué hubiera pasado si nada de esto hubiera pasado? O, lo que yo escribí al terminarlo, toda llorosa (y lo más parecido que vais a encontrar a una reseña por aquí):

Tengo en mí todos los sueños del mundo.j

"Me acabo de terminar 'Tengo en mí todos los sueños del mundo' y qué dolor siento en el corazoncito. Realmente no daba dos duros por el libro, pero me ha maravillado por dos motivos. El primero, por lo documentadísimo que está, por lo mucho que enseña sobre historia (los principios del siglo XX, la primera guerra mundial, las organizaciones y las redes de prostitución); el segundo, y más importante, por las historias que se cuentan. Al final, por mucho que se nos olvide y por mucho que intentemos recordarlo, todos los números de la historia y los que aparecen en las noticias no dejan de ser vidas con muchos sueños que cumplir, y la vida cambia y el cambio suele ser triste. [...] Imagínate que cualquier día tienes que coger un tren que está destinado a descarrilar, y quizá lo haces y mueres, quizá lo haces y sobrevives, o quizá coges el de antes o el de después. Y todo depende de una decisión momentánea o de un segundo. Es un dolor pensar en todo ello."

Perdonadme si, en las últimas líneas, he empezado a divagar o teorizar sobre la vida. Lo único que al final quería expresar, más allá incluso del cuidado y la sensibilidad que Jorge Díaz puso a las historias, es que fue el momento, el momento de leerlo, el momento de sentirlo como parte de mi vida. Y que, a pesar de que me haya hecho llorar, ha sido uno de mis salvavidas. 

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